martes, 8 de enero de 2008

Diario nevero (I)

2 de enero de 2008

Primer día de navegación.

Arribamos al albergue a las 17.30 hora española después de atravesar un tormentón (el yeti, acobardado). La carretera estaba desierta y la nieve bañaba mi piel, sin ganas de cantar ni de guitarra tuvimos que poner las cadenas en el kilómetro 32, nosotros gentes de secano, armados de valor, procedimos. Salimos del coche pusimos la de la rueda delantera derecha y luego, cuando vamos a poner la izquierda, nos preguntamos: ¿van delante o detrás? Para que dijimos nada, llamadas, toques, incertidumbre… van delante.

Una vez resuelta la duda, segunda rueda puesta, esta vez con mucha dificultad pues un pequeño juego de lógica hizo acto de presencia: las cadenas estaban enreliás. Pudimos resolverlo casi con nota y seguimos con el trocito de carretera que nos faltaba.

El señor quitanieves detrás con su máquina, nosotros delante intentando quitarnos rápidos de su camino, se sueltan las cadenas. El temporal apretando, el quitanieves detrás, las manos y los pies entumecidos. Que faena. Bájate. Pon cadenas. Hiélate. Cuidado cuando te agachas que se te ve el sacro. Cadenas puestas. Así dos veces hasta que… El señor quitanieves detrás, nosotros delante, cadenas que se sueltan. Pero… sorpresa: cadenas rotas. Su puta estampa. Los alicates en mi casa y las manitas helás. Vaya día de nieve.

Llegamos al albergue y nos atienden amablemente pero sin contemplaciones y nosotros queriendo contar lo que hemos pasado. Reparto de habitaciones, reparto de materiales y mañana será otro día. Imagino que habrá cuarto y mitad de lo mismo.

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